En días recientes, el Banco Central Europeo (BCE) anunció que el proyecto del euro digital avanzó a la instancia de preparación. El avance hacia una nueva fase se produce después de dos años de investigación sobre el diseño y sistema de distribución del activo digital.
El BCE explica que “el euro digital sería dinero de banco central, es decir, estaría respaldado por un banco central y diseñado para satisfacer las necesidades de los usuarios. Por tanto, estaría libre de riesgos y respetaría la privacidad y la protección de datos. Los bancos centrales tienen el mandato de mantener el valor del dinero, con independencia de su forma física o digital”.
La etapa de preparación contempla la discusión y evaluación de los lineamientos para su uso y funcionamiento. También contempla la elección de proveedores que entregarán la tecnología necesaria para desarrollar la plataforma e infraestructura necesarias así como un primer proceso de pruebas.
La nueva instancia no supone que el lanzamiento del euro digital esté aprobado o confirmado. La autoridad bancaria advierte que es un proceso que avanza lento. La ratificación para que la divisa comience a operar podría tardar años en llegar. La fase de preparación iniciará el próximo 1 de noviembre. Es un proceso que puede prolongarse hasta 2025.
Euro digital, una respuesta al crecimiento del mercado criptográfico
La entidad europea afirma que el euro digital será una alternativa segura, práctica y gratuita para realizar todo tipo de pagos dentro del bloque. Pretende ser un recurso que brinde nuevas oportunidades en el comercio a personas no bancarizadas.
Diversas economías en el mundo explorar los beneficios de las monedas digitales de banco central (CBDC, por sus siglas en inglés) ante la creciente popularidad de las criptomonedas; en especial de las stablecoins.
China anunció en julio pasado que el yuan digital ya podía ser utilizado en transacciones mayores a 250,000 millones de dólares. El año pasado, Estados Unidos se dijo abierto a explorar la creación de un dólar digital, postura similar a la tomada por Reino Unido hace dos años alrededor del desarrollo de una libra esterlina digital.