Es interesante la rapidez con la que cambia el ánimo de los inversionistas. Un ejemplo claro es lo sucedido con los activos mexicanos y es que, al inicio de 2024 leíamos diversos reportes de bancos de inversión internacionales que ponían al mercado accionario mexicano dentro de los favoritos. Esto se explicaba principalmente por el potencial del nearshoring y la relativa estabilidad de las finanzas públicas.
El ánimo se tornó en pesimismo debido a los cambios que se pudieran presentar ante reformas estructurales y que tendrían un impacto en la percepción de riesgo en el país; días después de las elecciones los mismos bancos de inversión anunciaban la disminución de la tenencia sobre activos mexicanos.
Hasta el día de hoy no ha cambiado nada sobre la economía mexicana, se mantiene el desempeño tendencial; pero es claro que las expectativas han cambiado notablemente a tal grado que en junio poco o nada se escuchó sobre el nearshoring y de sus posibles beneficios. La narrativa cambió por la falta de contrapesos que se tendrían en el país por la reforma al poder judicial y la posible eliminación de organismos autónomos. La próxima presidenta y su equipo han trabajado en inyectar confianza, pero el daño está hecho; las autoridades insisten en vender la idea de que la economía está bien (cosa que es cierta hasta el momento), pero el ánimo es determinante para establecer el escenario a futuro, cosa que preocupa de sobremanera.
Debemos recordar la teoría sobre las expectativas autocumplidas, que plantea en pocas palabras que una estimación que pudiera ser falsa provoca la toma de decisiones en el presente que llevan a que esa situación se convierta en realidad. Por esto es tan importante que los agentes económicos retomen una postura respecto a que la economía mexicana está bien.
El mercado accionario responde al ánimo de los inversionistas
De entrada, ya se tienen algunos efectos negativos y es que el mercado accionario mexicano se mantiene totalmente estancado. El IPC, que es el principal referente cerró junio en 52,440 puntos; si consideramos alguien que invirtió en dicho índice a mediados de 2017 se tendría una ganancia de apenas el 1.5%. Esto se consideraría una pérdida importante tomando en cuenta la pérdida del poder adquisitivo debido a la inflación y el costo de oportunidad.
Es una realidad que se han presentado sube y bajas en el mercado accionario, pero la tendencia se ha mantenido totalmente lateral, algo que se compara de manera muy desfavorable tomando en cuenta las fuertes ganancias que se han presentado en otros países durante el mismo periodo de tiempo. El problema principal proviene de que no se observan catalizadores en el corto plazo que impulsen al mercado accionario mexicano lo que nos lleva a pensar que seguirá estancado.
Tomando en cuenta las expectativas sobre las ganancias de las empresas mexicanas, se tenía un estimado potencial para el IPC en 63,400 unidades; con la información de los resultados para el segundo trimestre se actualizará este estimado, pero es altamente probable que se revisará a la baja. La situación financiera de la mayoría de las emisoras mexicanas es buena, pero las expectativas pudieran ser débiles.
Como se puede observar, el escenario se ha tornado pesimista para la situación mexicana; el comportamiento del mercado accionario mexicano en las últimas semanas, junto con la revisión de las expectativas económicas a la baja, pueden dar paso a que se concrete una desaceleración económica significativa en el futuro. Veremos si las autoridades económicas y financieras logran cambiar dicho ánimo.