La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), una agencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha emitido nuevas evaluaciones sobre la carcinogenicidad del talco y el acrilonitrilo. Los resultados, publicados en la revista The Lancet Oncology, determinan que el talco es “probablemente cancerígeno” para los humanos. El acrilonitrilo fue clasificado como “cancerígeno”.
La conclusión se obtuvo luego de una revisión a profundidad de diversos estudios epidemiológicos en humanos que sugieren una relación con el cáncer de ovario, y pruebas suficientes de carcinogenicidad obtenidas de estudios en animales de laboratorio.
La OMS determinó que la exposición a este mineral se produce principalmente en el entorno laboral. Los trabajadores que gestionan los procesos de extracción, molienda y procesamiento del producto son los más afectados. En la población general, la principal fuente de exposición es a través del uso de cosméticos y polvos corporales que contienen talco. La organización afirma que es probable que la sustancia se encuentre en algunos alimentos, medicamentos y otros artículos de consumo.
El talco y su relación con el cáncer no es nueva
El gigante farmacéutico Johnson & Johnson cerró un acuerdo con la justicia de 42 estados en Estados Unidos en relación con casos de cáncer presuntamente causados por sus productos a base de talco. Sin embargo, una síntesis de estudios publicada en enero de 2020, que involucró a 250,000 mujeres en Estados Unidos, no encontró un vínculo estadístico significativo entre el uso de talco en las partes genitales y el riesgo de cáncer de ovario.
La IARC también ha clasificado el acrilonitrilo como “cancerígeno” para los humanos. Esta decisión se basa en pruebas suficientes de cáncer de pulmón y pruebas limitadas de cáncer de vejiga en humanos.
El acrilonitrilo es utilizado en la producción de diversos polímeros, incluyendo fibras para ropa, alfombras, plásticos para productos de consumo y piezas de automóviles. Además, está presente en el humo del cigarrillo, siendo esta una fuente significativa de exposición para la población general.
Estas evaluaciones subrayan la importancia de un control más estricto en las industrias que manejan estos compuestos y la necesidad de políticas de salud pública que minimicen la exposición tanto ocupacional como ambiental a estas sustancias.