Reuters.- El cambio climático, impulsado por las emisiones de combustibles fósiles, está elevando las temperaturas a cotas nuevas y peligrosas, al tiempo que empeoran las sequías y la inseguridad alimentaria, según advirtió el martes un nuevo informe elaborado por médicos y expertos en salud.
Las temperaturas récord de 2023 —el año más caluroso del que se tiene constancia— significaron que una persona promedio experimentó 50 días más de temperaturas peligrosas de los que habría experimentado sin el cambio climático, según el Lancet Countdown, un informe anual basado en el trabajo de decenas de expertos, instituciones académicas y organismos de la ONU, entre ellos la Organización Mundial de la Salud.
Especialmente vulnerables son los ancianos: el número de muertes relacionadas con el calor en personas mayores de 65 años alcanzó el año pasado un nivel un 167% superior al de la década de 1990. Sin el cambio climático, los investigadores habrían esperado que esa cifra aumentara un 65% con respecto a esa década, según el informe.
“Cada año aumentan las muertes directamente asociadas al cambio climático”, afirmó Marina Belén Romanello, directora ejecutiva del Lancet Countdown. “No obstante, el calor también está influyendo no solo en la mortalidad y el aumento de las muertes, sino también en el aumento de las enfermedades y las patologías asociadas a la exposición al calor”, añadió.
Por ejemplo, las personas que hacen ejercicio al aire libre corren cada vez más riesgos, añadió. Las empresas se enfrentan a una limitación de la capacidad de trabajar al aire libre.
Los devastadores efectos del cambio climático
De hecho, el calor extremo del año pasado costó al mundo unos 512.000 millones de horas potenciales de trabajo, por valor de cientos de miles de millones de dólares en ingresos potenciales, según el informe.
“Al igual que ocurrió con la pandemia del COVID-19, son los trabajadores esenciales los que suelen estar más expuestos y los que no pueden protegerse tan fácilmente durante las olas de calor, como los que trabajan en uno de nuestros muchos hospitales sin aire acondicionado o los trabajadores de la construcción que pasan su jornada al aire libre”, señaló en un comunicado el científico de datos Nathan Cheetham, del King’s College de Londres. Cheetham no participó en el estudio.
El cambio climático también está menguando la seguridad del suministro de alimentos, advirtieron los autores. Según los investigadores, el año pasado hasta el 48% de la superficie terrestre mundial se enfrentó a condiciones de sequía extrema, por lo que unos 151 millones de personas más sufrirían inseguridad alimentaria, en comparación con los años 1981-2010.
Las precipitaciones extremas también afectaron el año pasado a cerca del 60% de las tierras, lo que desencadenó inundaciones y aumentó los riesgos de contaminación del agua o de propagación de enfermedades infecciosas.
Los autores del estudio instaron a la próxima cumbre climática de la ONU, la COP29, a dirigir la financiación climática hacia la salud pública. Las conversaciones de la COP29 comenzarán el 11 de noviembre en Bakú, Azerbaiyán.
El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió el martes a los países que “curen la enfermedad de la inacción climática” reduciendo drásticamente el uso de combustibles fósiles y las emisiones para “crear un futuro más justo, seguro y saludable para todos”.