En diversas ocasiones hemos reiterado en este espacio que los mercados financieros se mueven con base en las expectativas tanto de la situación de las empresas individuales, como de la economía en general. Es una realidad que los pronósticos que realizamos pueden no ser precisos, de hecho, es muy difícil tener una estimación precisa a largo plazo debido a que las variables económicas y financieras van cambiando de manera constante, además que se pueden presentar choques inesperados como puede ser una guerra, una pandemia, un cambio de gobierno, entre muchos otros factores. Aun así, las expectativas nos ayudan a tomar decisiones en la actualidad, por lo que es de suma importancia llevar a cabo un buen análisis.
Lo anterior nos sirve de preámbulo para considerar las estimaciones económicas que proyecta el gobierno y que están reflejadas en el paquete económico 2025. No es nuestro objetivo determinar si dichas estimaciones son correctas o no, lo único que queremos mostrar es la diferencia que existe con respecto al consenso.
Para el 2025 el gobierno estima un crecimiento del PIB en un rango entre 2.0% y 3.0% (cifra puntual 2.5%), analistas del sector privado consideran que dicha estimación es muy optimista y es que la encuesta que realiza Banco de México a especialistas del sector privado para octubre pone el crecimiento de 2025 con un promedio en 1.22%. Esta última cifra esta más en línea con la expectativa promedio de la encuesta CitiBanamex en 1.2%. El rango de las estimaciones privadas es muy amplio con un crecimiento estimado mínimo de 0.2% y un máximo en 1.9%; inclusive la estimación más optimista de los analistas privados apunta a un crecimiento por debajo de la estimación del gobierno.
Las perspectivas del gobierno y los analistas
En este sentido, vale la pena destacar que en el 2023 el crecimiento de la economía mexicana estuvo más en línea con las estimaciones que presentó el gobierno y superando por mucho las que tenía el consenso de analistas del sector privado, (punto para el gobierno). Para este 2024 la estimación de crecimiento del gobierno se ubica alrededor del 2.0%, mientras que el consenso de analistas apunta al 1.5%; hasta la elaboración de este comentario el crecimiento promedio de 2024 se ubica en 1.8%.
En cuanto a la inflación, el gobierno estima que se ubicará en 3.5% para cierre de año, aunque al considerar el promedio de todo 2025 se ubicaría en 3.8%; esta cifra está más en línea con las expectativas de la encuesta CitiBanamex que apunta a un promedio anual en 3.72%, mientras que la encuesta de Banco de México apunta a 3.86%. Tal parece que en esta variable si hay consenso respecto a que la desaceleración se mantenga a lo largo del siguiente año.
Una de las variables que más llaman la atención es la expectativa de tipo de cambio y es que el gobierno estima que terminará el 2025 en alrededor de 18.5 y con un promedio en el año de 18.7. Esta variable es muy importante ya que impacta de manera directa en las obligaciones que se tienen en moneda extranjera, en los ingresos petroleros, entre otros. Parece ser que el gobierno esta apostando a que se mantendrá la narrativa del “super peso”. El 18.70 implicaría una apreciación de la moneda local de 7.7% con relación a los niveles actuales en alrededor de 20.25 pesos por dólar. En esta variable la disparidad de las estimaciones es amplio y es que la encuesta de Banco de México apunta a un tipo de cambio en 20.06 para 2025, mientras que la de CitiBanamex apunta a un cierre de 20.61. La estimación más optimista del tipo de cambio se ubica en 19.0 y la más alta en 22.31 (un diferencial en el rango máximo y mínimo de 17.4%).
Será decisión del lector tomar en cuenta las estimaciones del gobierno o de los analistas privados; dichas estimaciones pueden impactar de manera directa en la toma de decisiones sobre los negocios familiares, las grandes empresas e incluso las decisiones individuales de inversión, consumo y ahorro. Lo que sí es una realidad es que el 2025 se plantea bastante retador en temas económicos y financieros. Como sugerencia valdría la pena decir que no hay que ser tan optimista como el gobierno, pero tampoco tan pesimista como los analistas privados.