Este viernes, China y Estados Unidos renovaron por cinco años un acuerdo de cooperación científica y tecnológica, a pesar de las críticas desde diversos sectores, incluidos algunos republicanos estadounidenses, que consideran que este pacto favorece a Pekín.
La ampliación del acuerdo, vigente desde 1979 y renovado cada lustro incluso durante el mandato de Donald Trump, representa un esfuerzo de ambas administraciones por estabilizar sus relaciones bilaterales. Este movimiento ocurre a pocas semanas de que Trump asuma nuevamente la presidencia el 20 de enero, en un contexto marcado por sus planes de aumentar los aranceles a las importaciones chinas.
En el último año, el acuerdo solo había sido prorrogado por dos periodos de seis meses debido a las tensiones entre ambas potencias, que alcanzaron su punto más crítico. No obstante, las negociaciones finalmente fructificaron, resultando en un texto revisado que, según un alto funcionario estadounidense, incorpora “nuevas disposiciones”.
Entre los cambios más destacados están el refuerzo de las medidas de seguridad, un enfoque más sólido en la resolución de disputas y una mayor protección de la propiedad intelectual, aspectos sensibles en la relación comercial y tecnológica entre ambos países. Estas modificaciones buscan responder a preocupaciones recurrentes en Washington sobre el uso indebido de tecnología estadounidense por parte de China.
Tensiones entre China y Estados Unidos
Cabe recordar que Estados Unidos ha restringido en los últimos años las exportaciones de tecnología avanzada, como semiconductores, a China, con el objetivo de impulsar su propia capacidad de producción nacional y limitar el acceso de Pekín a recursos estratégicos.
A pesar de este contexto de competencia, el acuerdo renueva un espacio clave para la colaboración científica, que incluye proyectos en áreas como cambio climático, biotecnología y exploración espacial. Sin embargo, la continuidad del pacto genera incertidumbre sobre cómo se manejarán las crecientes tensiones comerciales y políticas entre ambas naciones.
El impacto de esta renovación no se limita a la relación bilateral, sino que también podría influir en otros escenarios internacionales, como el comercio en América Latina, donde México ha tomado medidas contra productos chinos en medio de su propia disputa comercial con Estados Unidos.