Reuters.- El partido socialista que lidera la coalición del Gobierno español (más conocido por sus siglas, PSOE) ha propuesto prorrogar tres años más un impuesto temporal sobre los beneficios extraordinarios de los bancos, según un documento presentado al Parlamento y al que Reuters tuvo acceso.
El partido ha renunciado a una prórroga similar de otro impuesto que grava a las grandes empresas energéticas.
La propuesta presentada el miércoles forma parte de un paquete fiscal más amplio que el PSOE negoció con varios partidos más pequeños, entre ellos el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y el independentista catalán Junts.
El impuesto sobre los beneficios extraordinarios se aplica a los ingresos netos por intereses y a las comisiones cobradas por los bancos nacionales y extranjeros que operan en España, y pasaría a oscilar entre el 1% y el 6%, en lugar del 4,8% actual.
La propuesta del PSOE aún puede ser modificada en el Congreso de los Diputados, en una situación en la que el Gobierno en minoría se apoya en los partidos regionales para aprobar la legislación.
La banca española entre decisiones políticas
El Gobierno socialista de Pedro Sánchez carece de mayoría en la Cámara Baja y depende de una frágil coalición de partidos pequeños que esgrimen programas opuestos a la hora de aprobar cualquier ley.
La intención del Gobierno de ampliar los impuestos extraordinarios se enfrentó anteriormente a una fuerte resistencia por parte de Junts, que afirmó que un gravamen de este tipo afectaría a las inversiones en algunas zonas de Cataluña.
Los impuestos se crearon originalmente para financiar medidas destinadas a aliviar el coste de la vida de los españoles de a pie debido a la elevada inflación.
Se pusieron en marcha en 2022 como gravámenes extraordinarios para 2023 y 2024, ya que los bancos se beneficiaron de la subida de los tipos de interés y las empresas energéticas de la subida de los precios de la energía a consecuencia de la guerra de Ucrania.
El Banco Central Europeo ha reducido su tipo de interés de referencia en las últimas reuniones monetarias y los precios de la energía han vuelto a los niveles anteriores a la guerra. Bancos como Santander y Bankinter han criticado la ampliación de la tasa.