Los investigadores Daniel Joshua Drucker, Joel Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov han recibido el prestigioso premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA por su trabajo pionero en el estudio de la hormona GLP-1. Sus descubrimientos han transformado el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad, permitiendo el desarrollo de fármacos innovadores como el Ozempic.
Dario Alessi, miembro del jurado y director de la Unidad de Fosforilación y Ubiquitinación de Proteínas-MRC, destacó que los avances logrados por este equipo representan “una auténtica revolución farmacológica”. Además de su efectividad en el tratamiento de la diabetes, las terapias basadas en la GLP-1 tienen potencial para abordar enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas e incluso trastornos de adicción. Esta última propiedad aún está en fase de exploración.
La GLP-1, producida en el intestino delgado tras la ingesta de alimentos, fue sintetizada por primera vez en laboratorio por Svetlana Mojsov en la década de 1980. Joel Habener descifró el gen responsable de este péptido, mientras Daniel Joshua Drucker descubrió que su eficacia dependía de niveles elevados de azúcar en sangre. Por su parte, Jens Juul Holst demostró que la GLP-1 también inhibe la producción de glucagón, una hormona que eleva los niveles de glucosa en el organismo.
Los inicios del fármaco superventas Ozempic
En un experimento realizado en 2002, Holst reemplazó la insulina por GLP-1 en pacientes con diabetes tipo 2, logrando normalizar los niveles de azúcar en sangre en pocas horas y promover la pérdida de peso sin efectos secundarios. Este hallazgo condujo, en 2005, a la aprobación del primer medicamento basado en GLP-1.
Los beneficios de esta hormona van más allá de la diabetes y la obesidad. Drucker investiga su potencial para reducir la inflamación cerebral, con posibles aplicaciones en el tratamiento del Alzheimer y el Párkinson. Holst, en tanto, profundiza en su uso en el combate de adicciones, gracias a su capacidad para inhibir el sistema de recompensa del cerebro.
Aunque los medicamentos derivados de la GLP-1 son costosos, los científicos confían en que futuros avances permitan hacerlos accesibles a más personas, extendiendo sus beneficios a nivel global.