Reuters.- Mayumi Kitakata se preocupa por la salud y el bienestar de Chi, su estoica compañera de casa a la que le gustan las golosinas para gatos, se entrega demasiado a la hierbagatera y, a sus 14 años, se está haciendo mayor para ser un felino.
Kitakata, de 57 años, ha tenido numerosos gatos a lo largo de los años, y para ayudar a Chi a que viva más tiempo, ha recurrido a la inteligencia artificial.
En marzo, Kitakata se convirtió en una de las primeras usuarias de CatsMe!, una aplicación para teléfonos móviles impulsada por inteligencia artificial (IA) que pretende saber cuándo un gato siente dolor. Así se reducen las conjeturas sobre cuándo es necesario embarcarse en un estresante viaje al veterinario.
“Está en una edad en la que cada vez van a aparecer más enfermedades”, dice Kitakata, que es soltera y tiene un hijo adulto. “Así que poder consultar al veterinario pero reducir el número de visitas al hospital es muy importante para él y para mí”.
Aunque las mascotas son parte integrante de muchas familias de todo el mundo, estos compañeros tienen un papel desproporcionado en Japón debido al envejecimiento de la población y la caída en picado de la natalidad. La Asociación Japonesa de Alimentos para Mascotas calcula que el año pasado había casi 16 millones de perros y gatos de compañía en el país, más que el número de niños menores de 15 años.
IA a favor de los gatos
La empresa tecnológica Carelogy e investigadores de la Universidad de Nihon desarrollaron CatsMe! entrenándola con 6.000 fotos de gatos y la aplicación ha sido utilizada por más de 230.000 clientes desde su lanzamiento el año pasado. Los desarrolladores afirman que tiene una precisión superior al 95% y esperan que ese grado mejore a medida que la IA se entrene con más rostros felinos.
Kazuya Edamura, profesor de la Universidad de Nihon, afirma que los veterinarios como él pueden saber hasta cierto punto si un animal siente dolor o no, pero que para los propietarios es una tarea más difícil.
“Nuestras estadísticas muestran que más del 70% de los gatos ancianos padecen artritis o dolor, pero sólo el 2% acude realmente a un hospital”, afirma Edamura. “Así que más que un diagnóstico definitivo, usamos (la aplicación) como herramienta para que los dueños sepan si la situación es normal o no”.
Kitakata y Chi viven en un céntrico apartamento de Tokio con el lugar perfecto para la siesta felina, cerca de la ventana de un balcón con vistas a los cerezos cinco pisos más abajo. Ella controla la actividad de Chi en el baño y utiliza la aplicación para analizar su cara cada día.
Kitakata tuvo gatos desde mediados de los 20, incluido Soran, un gato de rayas marrones que murió de cáncer hace unos seis años, con tan solo ocho.
“Si me hubiera dado cuenta, quizá habríamos podido hacer un tratamiento contra el cáncer antes o algo así y habría ayudado, pero ni siquiera el veterinario lo sabía”, dice, con lágrimas en los ojos. “Podría haberle salvado”.