Por: Angélica Cerón, directora general de educación continua de UVM for Business
La rapidez con la que se desarrollan nuevas tecnologías y se modifican los procesos productivos demanda que los colaboradores de una organización adquieran habilidades actualizadas de forma constante. La automatización, la inteligencia artificial y la digitalización están redefiniendo las competencias requeridas en prácticamente todos los sectores. En este contexto, la educación continua no solo se presenta como una ventaja competitiva, sino como una necesidad imperativa para evitar la obsolescencia profesional.
México, como economía emergente, enfrenta desafíos únicos en su mercado laboral. La disparidad educativa y la desigualdad de oportunidades son barreras significativas que impiden el crecimiento inclusivo. La OCDE sugiere que la educación continua podría reducir la tasa de desempleo en México en un 15%, al equipar a la fuerza laboral con habilidades demandadas. Además, el personal con formación continua tiene un 50% más de probabilidades de acceder a empleos mejor remunerados en comparación con aquellos que no la tienen, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Estos hallazgos indican que la capacitación continua puede ser una herramienta poderosa para cerrar estas brechas, brindando a colaboradores de diferentes niveles socioeconómicos la oportunidad de adquirir habilidades relevantes y de alta demanda. Un estudio del Banco Mundial sugiere que la productividad laboral en México podría incrementarse hasta un 20% con la implementación de programas de educación continua, lo cual no solo mejora la empleabilidad individual, sino que también impulsa la productividad y competitividad del país a nivel global.
La importancia de la educación continua
La capacitación continua fomenta la adaptabilidad y la resiliencia, cualidades críticas en un entorno que valora cada vez más la capacidad de aprender y de enfrentar nuevos retos. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el 70% de los empleados que participan en programas de capacitación se sienten más preparados para adaptarse a cambios tecnológicos y organizacionales.
Por supuesto, las empresas mexicanas también juegan un papel fundamental en este proceso. Al invertir en la educación continua de sus empleados, no solo mejoran sus competencias internas, sino que también fomentan la innovación y la lealtad laboral. Un personal bien capacitado está más preparado para aportar soluciones creativas y adaptarse a las demandas cambiantes del mercado.
En conclusión, la capacitación continua es crucial para enfrentar los desafíos del futuro laboral en México. Al invertir en el desarrollo constante de habilidades y conocimientos, se fortalece tanto la competitividad individual como empresarial, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad económica del país. Este camino requiere el compromiso de todos los sectores, pero sus beneficios son innegablemente transformadores.