Reuters.- En una extensa playa de Pico Sayago, cercana a Península Valdés, un área de gran riqueza natural de la Patagonia argentina, montañas de desechos plásticos de la industria pesquera cubren la costa llegando a provocar la muerte de lobos de mar, peces, pingüinos y ballenas que habitan el lugar.
La península, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO y uno de los principales destinos turísticos del país, se está viendo afectada por cajas, baldes, redes, boyas y otros elementos plásticos usados por los barcos pesqueros, que tiran al mar o caen durante las tormentas en el Atlántico Sur y llegan a las playas desiertas por efecto del viento y las corrientes.
“El problema principal con estos plásticos es el componente que se utiliza, que en general son químicos y contaminantes que producen una serie de enfermedades y de anomalías tanto en el cuerpo humano como en el de la fauna marina“, explicó Diego González Ceballos, biólogo especialista en materiales plásticos de origen pesquero.
Pero hay otros efectos que no son tan visibles, ya que ocurren cuando los materiales se degradan. “Por acción de las corrientes, del sol o del paso del tiempo, estos plásticos pasan a microplásticos. Cuando pasan a microplásticos es un problema no tan visible, comienzan a formar parte de las cadenas tróficas de las especies”, relató el especialista del organismo nacional de investigación científica CONICET.
“Esto quiere decir que muchas especies lo consumen, estamos hablando de invertebrados marinos, de peces, y ahí nos lleva a una puerta directa con impacto en la salud humana”, agregó en el Centro de Investigación Científica del CONICET, en Puerto Madryn.
Plásticos amenazan a los ecosistemas
La cantidad de desechos plásticos que fluye hacia el océano y mata la vida marina podría triplicarse en los próximos 20 años a menos que las empresas y los gobiernos reduzcan de manera drástica su producción, según una investigación científica de 2020 para The Pew Charitable Trusts y SISTEMIQ.
Península Valdés, ubicada 1.000 kilómetros al sur de Buenos Aires, es un sitio de preservación de mamíferos marinos que alberga grandes poblaciones de ballenas francas en peligro de extinción así como de elefantes, leones marinos y pingüinos.
Reuters pudo ver animales muertos y otros conviviendo directamente con los residuos plásticos.
Además de los efectos directos de la contaminación del ambiente y del impacto en la salud de animales y humanos, González Ceballos alertó también de las consecuencias para los mercados de la industria pesquera.
“Lo que preocupa de la presencia de microplásticos hoy por hoy, además de la salud humana, son los mercados, la economía, porque muchos de los productos pesqueros convencionales comienzan a tener concentraciones de microplásticos que podrían ser preocupantes y podrían conducir al cierre de algunos mercados”, concluyó.